Saturday, November 25, 2006

Unas Navidades Inolvidables


Por Mirita Saún

Diciembre 2003

Era yo una niña muy pequeña y estaba en Barcelona con mi inolvidable madre y mi queridísima hermana, pasando una temporada con mis tías y abuelos paternos y coincidió que en esos momentos nos tocó recibir al Niño Dios. Claro no existía Santa Claus por aquellos tiempos, pero unos días después, el 6 de Enero, día de Reyes Magos empezó una verdadera magia para nosotros. Mis tías se volvieron locas con sus sorpresas. Empezó la cosa cuando, después de escribir una carta a los Reyes, pidiéndoles lo que queríamos recibir. Fuimos a Jorva, una tienda preciosa donde tenían a Melchor, Gaspar y Baltasar sentados como en un trono a los cuales le entregabas las cartas y te daban caramelos. Había que besarle un anillo muy grande que tenian y Nina en su nerviosismo escogió a Baltasar, el negro. Después de mucho machacar para que nos acostáramos para poder recibir a los Reyes, a la madrugada mamá nos despierta y nos abriga bien, pues ese día estaba nevando y nos sacó al balcón. No pueden imaginarse ese espectáculo. Era un desfile de carrozas, camellos y los tres Reyes Magos encabezando el desfile. Todo eso observándolo desde un sexto piso en las calles Milá y Fontanals, unas vías grandes y preciosas. Al menos a los ojos de nosotras. Al día siguiente no se podía caminar en la casa de tantos juguetes que había. Fué tanto el impacto que esa impresión causó en nosotras que yo era una zangaletona y creía en Reyes Magos. Ojalá todos los niños pudieran recibir el regalo que nosotras recibimos, sobre todo en estos días que nos toca vivir!!!

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