Wednesday, November 29, 2006

Navidades en la Montaña



Por Graciela Casso Pinilla

Diciembre 2005

En 1991, acordamos ir a las montañas de Carolina del Norte para pasar las Navidades.

Llevábamos tres generaciones en una camioneta de 14 pasajeros. Antonia, Damián, Mirita, Nina, Tere, Alberto, Graciela, Martín, Gabriel, Jeff Schoenwetter y Ricky Vadia.

Contábamos con todas las maletas del mundo—para aprovechar la oportunidad de usar la ropa de invierno – guantes, bufandas, rebozos, gorras, abrigos y hasta ropa interior termal. Como íbamos a las montanas también llevábamos comida – por si acaso….

Alberto había rentado un chalet al lado de “Beech Mountain” Uno salía de la puerta de entrada y se podía deslizar con los esquís - eso si la persona sabia esquiar. Por supuesto la minoría de nuestro grupo caía en esta categoría.

El primer obstáculo del viaje fue acomodar las maletas. Rápidamente, los chicos se ganaron el titulo de los mejores porta maleteros del universo. Se estableció una regla de inmediato. Si tenias más de 15 años no tenías que cargar ni siquiera una maletita.

El segundo obstáculo era de sonido. Los cuatro porta maleteros (Martíni, Gabriel, Ricky & Jeff) querían escuchar música clásica (o algo parecido JA JA!) A ellos se les asigno el ultimo asiento del van. El chofer (Alberto) prefería conversar (algo que no le sorprendió a nadie) Los demas pasajeros se acomodaron entre los asientos delanteros y la ultima donde estaban los ya famosos cuatro porta maleteros.

El tercer obstáculo era determinar las paradas (para ir al baño, para comer, para llenar el tanque de gasolina). No se pudo establecer un reglamento perfecto pero decidimos parar cada vez que hubiera un apuro – de cualquier tipo. Funcionó bastante bien este sistema.

Salimos una hermosa mañana hacia Georgia. Pasamos unas horas por Savannah. Una ciudad bellísima típica del sur y famosa en la novela “Gone With the Wind.” La ciudad esta llena de parques - uno cada dos manzanas. Allí visitamos la casa de Juliette Gordon Lowe- la fundadora del movimiento de las “Girls Scouts.” Después fuimos a un restaurante fantástico donde comimos el mejor pollo frito sureño y puré de papas con "gravy." Ya con el estomago contento, partimos hacia Charleston, South Carolina.

Nuestro hotel era hermoso y estaba adornado completamente con motivos navideños. Allí se habían hospedado muchos presidentes. En el vestíbulo servían en unas enormes poncheras de plata un sabrosísimo “Egg Nog” y galletas de navidad. Allí pasamos un rato lindo y luego salimos a cenar y después a la catedral a la misa de gallo (Midnight Mass) mas larga y aburrida de toda la vida. Todo mundo estaba cabeceando o durmiendo menos Jeff - el único judío en nuestro grupo.

El día siguiente después de una excursión de la ciudad seguimos nuestro viaje. El frió iba aumentando. Como a las 4 de la tarde, Alberto anuncio que en una hora- más o menos -llegaríamos a nuestra casa de la montaña. A las cinco, Alberto anuncio que en una hora estaríamos en Beech Mountain. A las 5:30 nos envolvió una neblina increíble. A las 6, Alberto anuncio que pensaba que en una hora llegaríamos a Beech Mountain. A las 7, Alberto anuncio que pronto llegaríamos a Beech Mountain. La neblina seguía. La carretera era curva tras curva y subiendo la montaña. A las 8, Alberto anuncio que en menos de una hora llegaríamos a Beech Mountain. Alas 9 Alberto anuncio que ya estabamos muy cerca de nuestro destino. A las 9:30 PM, los 11 pasajeros estábamos muy calladitos y súper pendiente de la carretera, el frió, la neblina, las curvas de la carretera y todas los señales. Alguien empezó a rezar y pronto todos estábamos rezando. A las 10:30 Alberto anuncio que pensaba que pronto llegaríamos y de repente- vimos la señal de “Beech Mountain.” Aleluya! Aleluya! Todos contentos y felices llegamos a nuestra casa en las montanas.

Los cuatro porta maleteros bajaron las maletas en dos minutos y se fueron a ver las pistas de nieve que las alumbraban de noche. Los demás estábamos maravillados contemplando la belleza de la nieve, la luna, la casa! Mirita anuncio que prepararía unas ricas lentejas. Así empezó la mejor parte de las vacaciones.

Pasamos muy felices y contentos. No aprendimos a esquiar--- pero disfrutamos todas las tienditas de la zona, mucha comida sabrosa y la oportunidad de ver a los chicos jugar en la nieve desde temprano por la mañana hasta que cerraban las pistas. Fueron unas navidades inolvidables y fantásticas.

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